Biografia de Miguel Ángel

Miguel Ángel Gomez Campuzano

Siendo él un niño su familia se trasladó desde su ciudad natal (Mairena del Alcor) hasta Sevilla, hasta la edad de 11 años todos sus mejores resultados habían sido en campeonatos escolares, o similares. Con esa edad se puso a las órdenes de Joaquín Muñoz Molina, con quien estrenaría hasta los 15 años, cuando José Luis Montoya se interesó en Miguel Ángel, que destacaba en diversos deportes, y comenzó a entrenarlo enfocado en el atletismo y concretamente en pruebas de velocidad.

Su primer triunfo de importancia llegaría con 15 años, cuando se alzó campeón de España.

Con 18 años se trasladó a la Residencia Joaquín Blume de Madrid para deportistas de alto rendimiento donde estaría durante 4 años. Allí entrenado por Manuel Pascual Piqueras, cosechó numerosos éxitos: internacionales con la selección española, y campeón de España en todas las categorías, batiendo además varios récords.

Después de esos cuatro años volvió a Sevilla, donde se encontraba más cómodo. Allí siguió entrenando y cosechando triunfos, como por ejemplo un quinto puesto en los campeonatos del mundo de pista cubierta de 1991, en Sevilla, dos segundos puestos en los Juegos del Mediterráneo, en Atenas, o cuarto finalista en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

El 6 de abril de 1993 resultó muerto en un accidente de motocicleta, en la que viajaba junto con su novia, Aurora de la Salud Pacheco Lara (quien también murió) en el término municipal de Aroche (Huelva).

Poco antes de su fallecimiento él mismo inauguró un pabellón cubierto municipal en Mairena del Alcor, que lleva su nombre, y donde hoy podemos encontrar una estatua de bronce del atleta y una inscripción de su padre. Sus restos mortales descansan en el cementerio de esta misma localidad.

Su carrera deportiva estaría orientada hacia los 400 metros lisos, donde expertos y entrenadores aseguraban que tenía un gran potencial, pero necesitaba tener una preparación previa en otras categorías (como 200 metros lisos) antes de dar el salto definitivo a una distancia mayor.

Poco antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, a las cuales asistiría, estuvo entrenándose en la ciudad de Sevilla sin poder beneficiarse de las nuevas instalaciones deportivas que se acababan de construir. Para ello utilizó en varias ocasiones el Parque de María Luisa.

Todos los años se celebra una carrera popular en su memoria en Mairena del Alcor que lleva su nombre.

Resultados

(Por orden cronológico)

Considerado uno de los mejores velocistas del atletismo andaluz de todos los tiempos, nació el 24
de abril de 1968 en Mairena del Alcor (Sevilla), aunque pronto, a la edad de 6 años y junto a su familia,
se trasladó a Sevilla, concretamente al barrio del Tardón, por necesidades laborales de su padre. Precisamente fue su padre quien desde un principio se convirtió en su mejor amigo, dirigente y entrenador debido a su amor por el deporte y a su convicción de que la práctica deportiva es el mejor vehículo para educar en valores a jóvenes y adolescentes.
En los años de infancia, Miguel Ángel practicó diferentes modalidades deportivas, como la natación, el balonmano, el tenis y el atletismo, destacando sus facultades sobre las de sus compañeros
en el Colegio Público Romero de la Quintana. Sin embargo, el futuro deportivo de nuestro protagonista
estaría en el atletismo y su padre lo sabía. Conocedor de las capacidades de su hijo y cuando este
tenía 11 años, lo puso en manos del entrenador sevillano Joaquín Muñoz Molina, quien le inició –en
el marco del Club Promoción de Sevilla– en el atletismo de manera global, pues igual corría que saltaba, si bien sus marcas ya delataban su talento para las carreras cortas.
La fe en las facultades de Miguel Ángel en este tipo de carreras llevó a su entorno a tomar la decisión de que debía entrenar con un especialista del sector de la velocidad como, en aquella época,
era el sevillano José Luis Montoya Sánchez, entrañablemente conocido en el mundillo atlético como
el Turco. Esta apuesta por la especialización determinó que el mairenero comenzase a lograr marcas
relevantes y puestos destacados en la categoría cadete y luego en la juvenil, tanto al aire libre como
en pista cubierta, en campeonatos de Andalucía y de España, en pruebas como 110 metros vallas,
300 metros vallas, 200 metros y 60 metros vallas, durante las temporadas de 1985 y 1986.
Detengámonos en esta última, pues ese año, a la edad de 18, la Real Federación Española de
Atletismo le concedió una beca para formar parte de la nómina de atletas concentrados de la Residencia Joaquín Blume de Madrid bajo la dirección técnica de Manuel Pascua Piqueras, hecho que
acarrearía un nuevo salto de calidad del andaluz al entrenar en un entorno más competitivo, aunque
sin encontrarse del todo cómodo debido a la lejanía de su familia y amigos. Ese año de 1986 le fue
concedido el Premio Andalucía de los Deportes.
La reseñada incomodidad, a pesar del evidente progreso mostrado en Madrid, le llevó a finales
de 1989 a tomar la decisión de volver con los suyos, de vivir en Mairena del Alcor y entrenar en Sevilla
a partir de ese momento con el técnico sevillano Pepe Lorente.
Y afirmamos que el progreso fue evidente pues durante su estancia madrileña Miguel Ángel escribió en su palmarés los primeros dos títulos nacionales absolutos en 200 metros –en el Campeonato de España en pista cubierta de 1988, en Valencia, y en el Campeonato de España al aire libre de
1989, en las pistas de Montjuich, en Barcelona– y debutó internacionalmente en el Campeonato de
Europa en sala de 1988, en Budapest (Hungría), donde acabó 14.º en 200 metros. Pero en Sevilla, Miguel Ángel encontró el equilibrio que buscaba entre la vida “de calle” y la vida deportiva, pues la alianza
entre Pepe Lorente y el atleta fue armoniosa y perfecta. Un dúo que disfrutaba entrenando y preparando cada competición y que ofreció una temporada 1991 primorosa.
Ya decantado hacia la prueba de 200 metros –su punta de velocidad y capacidad de resistencia
le hacían muy eficaz en esta distancia–, el velocista andaluz se exhibió ante su público en el Palacio
de los Deportes San Pablo firmando, en la temporada bajo techo, la medalla de oro en el Campeonato
de España y la 5.ª plaza (21.29) en el Campeonato del Mundo, resultado este que disfrutó mucho y
que tuvo un gran eco en la ciudad e incluso en el país, convirtiéndole en la auténtica revelación española y en punto de referencia durante los tres días que duró el magno evento en Sevilla.
Para prolongar el deleite de la campaña en sala, en la temporada al aire libre el sevillano acudió
a los Juegos Mediterráneos de Atenas 1991, donde se alzó con la medalla de plata en 200 metros –parando el cronómetro en la final del 10 de julio en 20.76, su mejor marca de siempre y la actual 11.ª
mejor marca española de todos los tiempos– y en relevo 4×100, formando equipo con Juan Jesús
Trapero Hidalgo, Luis Turón Juvanteny y el también andaluz Enrique Talavera Rubio.

Asimismo, participó en la Copa de Europa B llevada a cabo en Barcelona contribuyendo al ascenso del equipo español a la primera división y, para rematar el espléndido año, debutó en el Campeonato del Mundo al aire libre, celebrado en Tokio (Japón) –compitió por tanto en los dos
mundiales–, siendo titular en el relevo corto nacional, junto a su paisano Luis Rodríguez Fernández,
Juan Jesús Trapero y Enrique Talavera. Cuarteto que resultó eliminado (39.52) en la primera ronda y
que ocupó la 12.ª posición final.
Llegó así nuestro biografiado al año olímpico de 1992, en la cúspide de su carrera y, por tanto,
en las mejores condiciones para ser el representante español en la prueba de 200 metros en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, ocupando la plaza asignada de oficio al país anfitrión. Durante esa
temporada no hizo sino confirmar su dominio nacional del doble hectómetro –medalla de oro (21.17)
en el Campeonato de España al aire libre, en Valencia– y su buen nivel internacional –5.º (21.53) en
el Campeonato Iberoamericano celebrado en Sevilla–, por lo que con total justicia fue elegido para
participar en los Juegos, en los que debutó el 3 de agosto siendo 5.º (de 7) en la serie 2 de primera
ronda y clasificándose por tiempos –7.ª y última marca (21.46)– para los cuartos de final. En dicha
fase, acabó 8.º y penúltimo (21.32) en la 4.ª serie y fue eliminado –se clasificaban los 3 primeros y
un tiempo. Concluyó en el 34.º puesto entre 79 participantes, siendo el vencedor de los 200 metros
el estadounidense Mike Marsh.
Tras estos Juegos y la maravillosa experiencia de haber competido en su país, Miguel Ángel
afrontó el año 1993 con más entusiasmo e ilusión que nunca, con vistas a desfilar una vez más en
una ceremonia de inauguración olímpica, en este caso la de Atlanta 1996. Sin embargo, el infortunio
se cruzó en su camino cuando el 6 de abril de 1993, con 24 años, un accidente de moto le quitó la
vida –y a su acompañante– en la población onubense de Aroche y privó al atletismo español y andaluz de un atleta que aún había de haber dado lo mejor de sí mismo.
Corta, intensa y fructífera carrera deportiva –a través de los clubes Promoción Sevilla, Náutico
Sevilla, ADAS Cruzcampo, Kelme y Atletismo Chapín Jerez– por la que el Ayuntamiento de Mairena
del Alcor le erigió una estatua de bronce en la entrada al pabellón municipal que lleva su nombre y
que el propio deportista inauguró el 24 de abril de 1992, antes de la celebración de un partido de baloncesto entre el Caja de Ronda y el Caja San Fernando, con lleno absoluto, y a título póstumo le concedió la Medalla de Oro de la Villa. Amén de ello, su recuerdo permanece en el atletismo a través de
la carrera urbana mairenera denominada Memorial Miguel Ángel Gómez Campuzano y el Gran Premio
Gómez Campuzano de Sevilla, entre otros